Un mundo mejor, según Diego J. García Molina

Un mundo mejor

Viendo hace unos días un documental sobre la banda The Beatles me dio por comparar la situación de entonces con la actual. Aquellos chicos nacieron durante la segunda guerra mundial, se criaron jugando entre solares bombardeados y con muchos familiares y conocidos muertos durante la contienda. Sin embargo, su actitud ante la vida era fresca, como ellos mismos decían. Eran desenvueltos, confiados, con la convicción de que podían afrontar cualquier problema. Eran tiempos de guerra fría contra el comunismo, con la guerra del Vietnam en pleno apogeo, entre otros conflictos, crisis y problemas globales. Veía a ese John Lennon jovencito, bromeando con sus compañeros, disfrutando del escenario, que solo pensaba en componer junto a su amigo Paul, una persona con toda la vida por delante, y no podía quitarme de la cabeza que pocos años después sería asesinado con tan solo 40 años, sin ninguna razón, por un perturbado. Recordaba su canción Imagine, una canción de paz; la canción de un soñador, un idealista, “Imagine all the people livin’ life in peace”, imagina a toda la gente viviendo su vida en paz. Pocos años después de la muerte de Lennon, gracias al trabajo y al valor de unos cuántos, a sus firmes convicciones y tras no ceder al chantaje y a las soluciones fáciles, cayó el muro de Berlín, y como fichas de dominó, casi todos los países tras el telón de acero pasaron del “paraíso” socialista a la democracia en un visto y no visto. En la China comunista, tras las protestas de la plaza de Tiananmen, se percibió cierto aperturismo. Desaparecieron también las dictaduras militares sudamericanas y una explosión de bienestar económico llevó incluso al politólogo Francis Fukuyama a vaticinar que no habría más guerras en su libro “El fin de la historia”.

Casi 30 años después de aquello, podemos ver claramente que no fue más que un espejismo. ¿Cómo encontramos el mundo en estos momentos? Nuestra juventud es, en general, temerosa y poco emprendedora. De vez en cuanto vemos estudios que dicen que la mayoría quiere ser funcionaria. Viven con angustia ante la superpoblación, el devenir climático, que siempre ha existido, y las guerras. ¿Cuántos de ellos (o de nosotros) estaría dispuesto a, voluntariamente, alistarse para luchar en una guerra contra el fascismo o el nazismo o el imperialismo como sucedió hace 80 años? El planeta sigue en guerra, y no se aprecia ningún motivo para que sigan desatándose a corto y medio plazo. Nos hemos acostumbrado a tener una guerra en Europa (Ucrania) ya dos años sin ser conscientes de lo peligroso que puede llegar a ser. Rusia no se convirtió en una democracia homologable, sino que se ha transformado en un monstruo peor que su predecesor la URSS. El autócrata Putin inicia guerras tanto convencionales como novedosas, véase el ciberterrorismo; interviene para desestabilizar países, como hemos visto en España con el secesionismo catalán, en África, o en el este de Europa; asesina a sus opositores políticos incluso a sus aliados, si detecta cualquier grieta en su apoyo incondicional; y sigue manteniendo un arsenal nuclear. China solo continuó el aperturismo en el plano económico, para llegar a convertirse en la segunda potencia económica mundial. Las dictaduras más antiguas, convertidas en hereditarias, como son Cuba y Corea del norte (ambos regímenes comunistas) siguen resistiendo, y en Sudamérica, de nuevo, la democracia real es casi una quimera. La globalización ha traído problemas nuevos como la inmigración descontrolada o la expansión del tráfico de droga como el negocio más lucrativo del mundo, incluyendo algunos países que han normalizado el narcotráfico como otra más de sus fuentes de ingresos.

Además, lamentablemente, creo que no somos una sociedad fuerte, que quiere enfrentar estos problemas; nos hemos convertido en una sociedad acomodada, que cierra los ojos ante estos problemas, mas alza la voz ante tontadas sin importancia, que quizá sirve de excusa para aparentar que hacemos algo o que nos importa. Todavía recuerdo la polémica cuando debido a un contagio por el virus Ébola el departamento que dirigía el entonces desconocido Fernando Simón sacrificó, por precaución, al perrito Excalibur. Manifestaciones multitudinarias, movilizaciones para intentar salvarlo, etc. Muy loable todo. Sin embargo, hace unos días unos delincuentes asesinan a sangre fría, de forma alevosa, a dos jóvenes guardias civiles, a servidores públicos que sacrifican sus mejores años y en ocasiones, como hemos comprobado, sus propias vidas, por nuestra seguridad. En este caso, nada. Indignación en algunos, pero poco más. La lancha de los contrabandistas podría haber huido, pero no, quiso aprovechar y hacer sangre, matar a sus enemigos acérrimos. Imaginen a esos hombres (32 y 37 años), en febrero en aguas atlánticas con el frio que hace; y de noche. Viendo como la lancha viene una y otra vez hacia ellos intentando matarlos. Con compañeros heridos (uno con un brazo amputado). Imaginen la desesperación. Piensen en las conversaciones que tenían con la familia, con los compañeros, como siempre falta dinero para lo imprescindible (les arrollaron montados en una barca neumática), mientras saben fehacientemente que se regala dinero a las autonomías que menos lo merecen; se reparten subvenciones y regalos a Marruecos, a Sudamérica, precisamente a países que no respetan los derechos humanos ni de su propio pueblo. Dinero despilfarrado en nimiedades, como ese ministerio de igualdad que no ha resuelto ni un solo problema, aunque si generado muchos. Ha colocado a muchos amiguetes y amiguetas pero no ha salvado vidas, al contrario. Con ese presupuesto se podrían dotar a todos los guardias civiles del país. O policía nacional. O ambos. ¿En qué están inmersos nuestros políticos? Ya lo vimos, la campaña de las gallegas es la única prioridad, y por supuesto, en esta ocasión, los fastos de los Goya. Y como entre municipales, generales, autonómicas andaluzas, gallegas, catalanas, vascas y las europeas, todos los años hay algo, pues nos encontramos inmersos en una campaña electoral continua donde realmente no se gobierna, solamente son gestos, mensajes, eslóganes para estar correctamente situados para los siguientes comicios. Y así pasa el tiempo y la sensación es que cada vez estamos peor. ¿Se imaginan a todas las personas compartiendo el mundo en paz? Algún día lo conseguiremos, estoy seguro, aunque tardemos mucho tiempo. De lo que también estoy seguro es de que constará mucho esfuerzo y sufrimiento. Como diría otro inglés, sangre, sudor y lágrimas.